Black Sabbath es una formación musical que ha influenciado de tal manera a la música rock de los 70s a posteriori, que se le debería levantar un monumento por sus servicios prestados.
Vol. 4, de 1972, es la consolidación del grupo ingles; en la mayoría de temas, Sabbath nos machaca con una lujuria sonora que agradecemos desde aquí, comandada por la voz de Ozzy; algunos acusan que en esta grabación se coquetea un poco con sonoridades más suaves, definitivamente que sí, felizmente para bien, ejemplos: Changes, Laguna Sunrise; pero no por eso se pierde esa fuerza que ya había Sabbath marcado en sus tres primeras placas.
Arrancamos de golpe con la contundente Wheels Of Confusion/The Straightener, que pasa de un estado lento a un compás más rápido y de una rapidez a un estado caótico de 3 minutos de duración, con una guitarra desenfrenada bajo la batuta del maestro Tommy Iommi, culpable musical de este disco y creador de una de las gamas de riffs más potentes que cobija el rock; de igual potencia está el quinto track: Supernaut.
La parte más lenta viene a cargo de Changes, acaso la primera balada metal de los tiempos modernos, y el paisaje sonoro: Laguna Sunrise. Hasta encontramos un experimento sonoro: FX, que nos hace recordar a la música electrónica al estilo de Karl Heinz Stockhausen.
Altamente recomendable, y que mejor forma de rendir pleitesía a las majestades de la oscuridad, que escuchando uno de sus discos fundamentales.
Aldo Enrique Vaughan
Disponible:
http://rapidshare.com/files/24608069/BS_1972.rar
Vol. 4, de 1972, es la consolidación del grupo ingles; en la mayoría de temas, Sabbath nos machaca con una lujuria sonora que agradecemos desde aquí, comandada por la voz de Ozzy; algunos acusan que en esta grabación se coquetea un poco con sonoridades más suaves, definitivamente que sí, felizmente para bien, ejemplos: Changes, Laguna Sunrise; pero no por eso se pierde esa fuerza que ya había Sabbath marcado en sus tres primeras placas.
Arrancamos de golpe con la contundente Wheels Of Confusion/The Straightener, que pasa de un estado lento a un compás más rápido y de una rapidez a un estado caótico de 3 minutos de duración, con una guitarra desenfrenada bajo la batuta del maestro Tommy Iommi, culpable musical de este disco y creador de una de las gamas de riffs más potentes que cobija el rock; de igual potencia está el quinto track: Supernaut.
La parte más lenta viene a cargo de Changes, acaso la primera balada metal de los tiempos modernos, y el paisaje sonoro: Laguna Sunrise. Hasta encontramos un experimento sonoro: FX, que nos hace recordar a la música electrónica al estilo de Karl Heinz Stockhausen.
Altamente recomendable, y que mejor forma de rendir pleitesía a las majestades de la oscuridad, que escuchando uno de sus discos fundamentales.
Aldo Enrique Vaughan
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