miércoles, 11 de febrero de 2009

Don’t try this at home

Hablando de Gibson SGs y de otros sueños. Hay uno que aun se me ha quedado en el tintero y que recordé hace unos días mientras veía este video. En realidad no lo veía, lo había recomendado, insólitamente, cuando una amiga me habló de Santana. Así, mientras lo escuchaba de “reoreja” (que es como mirar de reojo) recordé este fragmento de infancia.

Es raro. Cuando me hablan de Carlos Santana nunca puedo hacer referencia inmediata con los grandes guitarristas de mi inventario personal (Eric Clapton, Jimmy Hendrix, Jimmy Page, B.B King). Al parecer mi subconsciente manda a Santana a un nivel distinto. O no quiere aceptar su talento o no puede asimilarlo por un mecanismo de defensa.

¿Mecanismo de defensa? ¿Yo escribí eso? Bueno, si. Tal vez haya una aproximación directa de mi actual y apologica relación musical con el maestro de la melodía mexicano y el sueño trunco al que evoca este post.

Tenía diez años cuando tome en serio la guitarra eléctrica por primera vez. De hecho ya había incursionado en la acústica unos años atrás, cuando con mi hermano ciframos con éxito las notas en las cuerdas derivándolas del piano donde si recibimos instrucción musical. Así, hubo un par de años donde fue suficiente rasgar notas y arriesgar con algunos arpegios incipientes. Hasta que apareció un cassette del “Sacred Fire” (1993) que mi tío trajo de Estados Unidos ese mismo año y que yo tome prestado para hacerle una copia.

Confieso que lo puse una y otra vez. Y eso me duro meses. Lo mismo pasó con mi hermano. No había vuelta atrás. La guitarra eléctrica de origen desconocido, esa misma que nunca había enchufado y con la que desde niño había jugado en la casa de mi abuela, se me hacia cada vez mas recurrente. Le puse cuerdas y la enchufe al equipo. Audífonos puestos y con el cassette de Santana empezó mi incursión.

“Samba pa ti”, “Guajira”, “Europa” fueron las primeras canciones con las que intentaba solear. No fue muy difícil sacar algunos fragmentos y casi algunos temas completos. Pero a medida que iba sumando mas temas al repertorio, mi memoria me hablaba ya de lo que seria una muy corta carrera como solista en la guitarra.

Siguiendo al cassette todo funcionaba. Pero al momento de dejarlo comenzaban los problemas, mi mala memoria y mi poca paciencia hicieron que abandonara poco a poco mi expedición melódica escudándome en las bases y luego en la distorsión y demás efectos. Incluso aparecí con otros instrumentos con los que olvidé definitivamente ese interés tan natural generado por la guitarra de Santana.

Admito, hecha la descarga de conciencia, que al ver este video hoy siento una admiración peculiar por ese sonido brillante, lleno de sustancia y precisamente distorsionado que tiene la guitarra de Santana. Ese sello que, pese a los años y a los cambios de equipos y de guitarras que ha tenido en su carrera, nunca ha cambiado y es indispensable en el imaginario de quienes (¿como yo?) algún día pretenden ser grandes guitarristas...

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