Gustavo Cerati es un mago de la palabra. De la entonación precisa y la duración adecuada. No importa si suena bien o está bien escrita, cualquier frase cobra sentido con su voz. Tiene una “Fuerza Natural” capaz de transmitir sensaciones y generar burbujas temporales. Eso es lo que caracteriza su nuevo disco. Atmósferas positivas y detenidas en el tiempo. Música universal y rock argentino clásico amalgamado en un confortable disco pop de siglo XXI.
Omnipresente pero sentado con su guitarra y sus 50 años observando el mundo desde una ventana. Uniendo el presente con el futuro, sin olvidar el pasado, se confiesa en primera persona y siempre metafóricamente cuando no habla de amor. Evita el peligroso síndrome del diario íntimo, aunque hay temas que transpiran una sensación de cercanía que él raramente deja traslucir.
Con temas recurrentes como la vida nómade, las fuerzas naturales y una relación directa con el oficio del compositor. La idea del simbolismo es clara, más aún cuando en la portada un jinete apocalíptico vuela sobre la ciudad.
¿Influencias?
Cerati ha pasado, hace rato, a ser una influencia antes que un influenciado. Ya con más de 25 años en estudios de grabación su carrera como solista (con cinco discos en los últimos diez años) no vive bajo la sombra de Soda Stereo. Y eso ya es un hito dentro del rock.
Sin embargo, hay cosas que suenan como otras anteriores e incluso nuevas. Algo de Crosby, Stills & Nash o Fleet Foxes en el folk psicodélico de “Fuerza Natural”, pero con arreglos marca registrada del ex soda. “Deja vu” viaja “in crescendo” con la fuerza épica del rock anglo de Coldplay o The Killers. Con las guitarras y secuenciadores que hacen delirar a las nuevas generaciones.
En “Magia” Gustavo se confiesa, dentro de un “speech” de encuentros con la inspiración, como un músico creativo y se jacta de sus recursos. “No trates de persuadirme. Voy a seguir en esto. Sé, nunca falla, y el universo está a mi favor. Voy a seguir haciéndolo”. El soundtrack del capítulo no niega el contenido y crea un ambiente propicio de esperanza. Con las explosiones y silencios necesarios para transmitir el mensaje. A mí me suena mucho a la parte final de Soda Stereo.
El folk regresa en “Amor sin rodeos” un tema de ruta que se desliza entre lo que Dylan y Cash podrían haber compuesto si hubieran nacido 50 años después. Con un aire más positivo y la armónica dándole brillo al galopante ritmo del bajo. La historia continúa con “Tracción a sangre” hablando de la vida nómade del compositor en búsqueda del silencio.
Un nuevo capítulo en “Desastre”. Tema donde las fuerzas naturales son protagonistas de las historias humanas. De los encuentros y desencuentros. Con ese sabor anglo que le da modernidad luego del folk que predominaba hasta ahora. “Rapto” viaja por el mismo camino aunque las decisiones de la historia son en este caso humanas y el rock mas propio de Argentina.
“Cactus” es una zamba spinettiana. Espacial y simbólica. Luego, “Naturaleza muerta” que es una melódica contraposición de matices y figuras redondeadas en un coro de falsetes que une a Cerati a una voz femenina con mucha prudencia. “Dominó" ya cabalga más rápido y evoca al Virus post-punk y al Soda Stereo ska. Con un juego de palabras “modernas” y el efecto lúdico muy propio de lo que hacía junto a Bossio y Alberti en los años ochenta: “control remoto, noticias, nena, efecto dominó”.
El simbolismo llega a su máxima expresión en la elegía marítima llamada “Sal”. Ambientada con gaviotas y olas, el piano y los coros de sirena. Combinación que hace inevitable ese viaje del que hablábamos en un principio.
El bajón de revoluciones que el tema anterior propicio ahora nos conduce a “Convoy” una balada hippie, muy de los Hollies o Neil Young. La voz de Cerati, que evoca playas de relojes de arena, suena juvenil y aletargada. Los efectos en la guitarra y secuencias también me recuerdan algo a Wilco.
Finalmente, “He visto a Lucy” regresa a las raíces del blues y rock. Muy al estilo de los Beatles del “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” y con vientos que avanzan desencadenados hacia la casi escondida “#”. Pieza que procede también de una influencia clásica que con la modernidad de efectos podría catalogarse dentro del “Chamber pop” de Belle & Sebastian y que se origina luego del “Pet Sounds” de los Beach Boys. Gran fin de fiesta. Universal, simbólico y progresivo como el resto del disco.
Así, luego de hacer el viaje que nos preparó Cerati para este año podemos afirmar que encontrado una madurez creciente luego de su paso por etapas tan variadas en ritmos. Y hoy surge como un músico pronto a convertirse en una tendencia, como lo hizo en grupo con Soda Stereo. Incluso acaba de estrenar el videoclip de “deja vu” con un concepto tan experimental que me está costando digerir. Y es que - olvidaba decir- la palabra “Cerati” hoy en día ya connota a vanguardia.
Esperemos que el “jinete apocalíptico” se pasee por Lima a fin de año. El tour “Fuerza Natural” comenzará en Noviembre.
Omnipresente pero sentado con su guitarra y sus 50 años observando el mundo desde una ventana. Uniendo el presente con el futuro, sin olvidar el pasado, se confiesa en primera persona y siempre metafóricamente cuando no habla de amor. Evita el peligroso síndrome del diario íntimo, aunque hay temas que transpiran una sensación de cercanía que él raramente deja traslucir.
Con temas recurrentes como la vida nómade, las fuerzas naturales y una relación directa con el oficio del compositor. La idea del simbolismo es clara, más aún cuando en la portada un jinete apocalíptico vuela sobre la ciudad.
¿Influencias?
Cerati ha pasado, hace rato, a ser una influencia antes que un influenciado. Ya con más de 25 años en estudios de grabación su carrera como solista (con cinco discos en los últimos diez años) no vive bajo la sombra de Soda Stereo. Y eso ya es un hito dentro del rock.
Sin embargo, hay cosas que suenan como otras anteriores e incluso nuevas. Algo de Crosby, Stills & Nash o Fleet Foxes en el folk psicodélico de “Fuerza Natural”, pero con arreglos marca registrada del ex soda. “Deja vu” viaja “in crescendo” con la fuerza épica del rock anglo de Coldplay o The Killers. Con las guitarras y secuenciadores que hacen delirar a las nuevas generaciones.
En “Magia” Gustavo se confiesa, dentro de un “speech” de encuentros con la inspiración, como un músico creativo y se jacta de sus recursos. “No trates de persuadirme. Voy a seguir en esto. Sé, nunca falla, y el universo está a mi favor. Voy a seguir haciéndolo”. El soundtrack del capítulo no niega el contenido y crea un ambiente propicio de esperanza. Con las explosiones y silencios necesarios para transmitir el mensaje. A mí me suena mucho a la parte final de Soda Stereo.
El folk regresa en “Amor sin rodeos” un tema de ruta que se desliza entre lo que Dylan y Cash podrían haber compuesto si hubieran nacido 50 años después. Con un aire más positivo y la armónica dándole brillo al galopante ritmo del bajo. La historia continúa con “Tracción a sangre” hablando de la vida nómade del compositor en búsqueda del silencio.
Un nuevo capítulo en “Desastre”. Tema donde las fuerzas naturales son protagonistas de las historias humanas. De los encuentros y desencuentros. Con ese sabor anglo que le da modernidad luego del folk que predominaba hasta ahora. “Rapto” viaja por el mismo camino aunque las decisiones de la historia son en este caso humanas y el rock mas propio de Argentina.
“Cactus” es una zamba spinettiana. Espacial y simbólica. Luego, “Naturaleza muerta” que es una melódica contraposición de matices y figuras redondeadas en un coro de falsetes que une a Cerati a una voz femenina con mucha prudencia. “Dominó" ya cabalga más rápido y evoca al Virus post-punk y al Soda Stereo ska. Con un juego de palabras “modernas” y el efecto lúdico muy propio de lo que hacía junto a Bossio y Alberti en los años ochenta: “control remoto, noticias, nena, efecto dominó”.
El simbolismo llega a su máxima expresión en la elegía marítima llamada “Sal”. Ambientada con gaviotas y olas, el piano y los coros de sirena. Combinación que hace inevitable ese viaje del que hablábamos en un principio.
El bajón de revoluciones que el tema anterior propicio ahora nos conduce a “Convoy” una balada hippie, muy de los Hollies o Neil Young. La voz de Cerati, que evoca playas de relojes de arena, suena juvenil y aletargada. Los efectos en la guitarra y secuencias también me recuerdan algo a Wilco.
Finalmente, “He visto a Lucy” regresa a las raíces del blues y rock. Muy al estilo de los Beatles del “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” y con vientos que avanzan desencadenados hacia la casi escondida “#”. Pieza que procede también de una influencia clásica que con la modernidad de efectos podría catalogarse dentro del “Chamber pop” de Belle & Sebastian y que se origina luego del “Pet Sounds” de los Beach Boys. Gran fin de fiesta. Universal, simbólico y progresivo como el resto del disco.
Así, luego de hacer el viaje que nos preparó Cerati para este año podemos afirmar que encontrado una madurez creciente luego de su paso por etapas tan variadas en ritmos. Y hoy surge como un músico pronto a convertirse en una tendencia, como lo hizo en grupo con Soda Stereo. Incluso acaba de estrenar el videoclip de “deja vu” con un concepto tan experimental que me está costando digerir. Y es que - olvidaba decir- la palabra “Cerati” hoy en día ya connota a vanguardia.
Esperemos que el “jinete apocalíptico” se pasee por Lima a fin de año. El tour “Fuerza Natural” comenzará en Noviembre.
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