Hoy me regalaron esta dosis de medicina a la que llamo música...
Esta semana he estado entrampado en recuerdos y flashbacks, todo inspirado por Paéz como dije antes. Recordando lo que pasaba el año pasado, lo que pasaba en mi adolescencia, ya lejana, y lo que a Kevin Arnold le pasaba en algunas escenas de los Años Maravillosos (cosas que a vecs me pasaron y alunas otras que me hubiese gustado que me pasen)
Las verdades nunca cambian, la emoción de escuchar un temón y que cada parte de tu cuerpo vibre con él. Alguna lágrima que quiere salir al mezclarlo con memorias perdidas, alguna idea que nunca pudiste cumplir y otras que te alegras de no haberlas hecho....
Hoy me quedo con ete tema de Fito que fue la cereza del pastel retrospectivo...
La múisca libera, temas como este lo hacen. En otros casos te hace prisionero de sentimientos. Pero al final... No hay final, lo importante es el camino...
viernes, 12 de septiembre de 2008
Canciones de Liberación
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Yo no puedo dejar de conmoverme con 2 de las cosas posteadas hoy y en realidad ambas están íntimamente relacionadas: La música y Los Años Maravillosos. Hace 2 semanas estuve de vacaciones y ansiaba casi rabiosamente que fueran las 11 am para pegarme al canal 2 y ver esta serie que, apuesto lo que sea, tendría altos índices de sintonía, si la pasarán a eso de las 8PM, cuando muchos de nosotros salimos de nuestras cárceles laborales y ansiamos una dosis de inspiración, muestra de libertad y esperanza de tiempos diferentes (no digamos mejores). Es la mejor serie que he visto en la vida, la que más lágrimas me hizo derramar, la que de alguna forma me hizo creer en una revolución de amor, en un mundo mejor (ya no digamos sólo diferente). Ésta es una serie esperanzadora a pesar de los muchos episodios en los que la decepción del protagonista, familiares y amigos se lanza como temática principal. Quizás podría prestarse para ser el elemento que frusta muchos hechos que acontecen en la serie, pero esta pieza magistral que nos dio la TV está tan perfectamente fusionada con la vida que cada capítulo cierra con alguna canción que te frunce la glotis al extremo de querer abrir la boca para llorar como cuando tenías 3 años y no te ponían al Payaso Popi. Para beneplácito de nuestra memoria, Los Años Maravillosos, es una fuente diáfana de buena música, sobre todo cuando en una fusión danzante la voz en off que representa la psiqué de Arnold se mezcla con temas perfectos compuestos por estrellas de la música de esas épocas de paz y amor. Cada capítulo en nuestra vida cierra con música, y de la buena. Lo bacán es que ella está ahí para cuando querramos traerla hasta nuestras almas a través de los oídos y ser siempre felices a pesar de que los recuerdos no pueden serlo tanto. Esa sensación de tener un "sound track" personal, una historia a través de una composición sonora, esa es la nota más espiritual que le podemos sacar a la vida. Honremos a la música, a los recuerdos, al feeling, a la proyectada que nos permite darnos un: "How many roads must a man walk down, before you call him a man?" de Dylan en algún capítulo de esos Años Maravillosos.
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